viernes, 29 de junio de 2012

Cultura corporativa


Cultura corporativa
Resistencia que se comparte.

                                          Por: Sergio Moreno Movabed

 La historia reciente de la música ha estado regida por un principio tácito, el cual ha sido aceptado por las generaciones precedentes y por las nuevas, las cuales aceptan su nuevo rol cuando les toca el turno, de manera que hablando exactamente del siglo XX se ha rotulado la música de las nuevas generaciones como "diabólica", "viciosa", "degenerada", "vulgar" por decir lo menos (estamos hablando del Swing, del Jazz, del Rock & Roll, de la Psicodelia, del Progresivo, del Reggae, del Heavy Metal, del New Wave, del Rap, llaménlo como quieran), de está manera se formó un ciclo en el cual la llegada de un nuevo tipo de música o de un nuevo ritmo que 
comienza a ser aceptado por un amplio sector de la población joven principalmente, enfrenta un rechazo manifesto por parte de la generación precedente, lo cual es comprensible cuando se hace para mantener el status quo, que ha llegado a ser sino aceptado del todo, si cómodo para está generación; este nuevo advenimiento implica un cambio de usos y costumbres, un cambio de mentalidad, de actitud, de vestimenta, de perspectivas, de suenos y esperanzas, lo que implica a su vez un reacomodo de ordenes y posiciones que cada vez se volvía más frequente debido a la rápida sucesión de ritmos, tendencias y modas musicales.
Debido a esto hoy estamos inmersos en un torbellino de estilos y modas que conllevan su propia avalancha-parafernalia  que se manifesta en productos “acorde a la ocasión”, pero , por qué estos cambios se suceden con mayor rapidez?, por qué ahora los estilos no alcanzan a hechar raíces profundas en el gusto y en la mente de las personas?, por qué esta maremagnum de tendencias a la vez?; podemos culpar  a la tecnología por el hecho de que los medios de comunicación son cada vez más y mejores, además de cada vez es mayor el número de personas que tienen acceso a ellos, pero no todo es culpa de la tecnología aunque cumple con su cuota de responsabilidad, tampoco la diversidad cultural es la culpable al haber tantas formas de expresión y tantas músicas alrededor del mundo´sino al contrario, en la variedad esta el gusto.
 En realidad el verdadero responsable es la comercialización desmedida utilizada por un punado de companias multinacionales que en su afán corporativo controlan la mayor parte del mercato musical; con sus armas "multimedia" estos gigantes corporativos (AOL Time Warner, Vivendi Universal, Walt Disney, etc) están quebrando el ciclo que permitía la adaptación y la renovación de la cultura popular, qué pasará cuando lo que ahora llamamos música no lo sea más?, cuando los instrumentos sean reemplazados por máquinas, artistas por productores, conciertos por actividades promocionales, discos por archivos computacionales? (lo cual no quiere decir que no puedan convivir y cooperar, el asunto es el reemplazo); se puede decir que son los signos de los tiempos, que son los nuevos roles o que simplemente es " lo de hoy", pero el problema se centra en la manipulación comercial cuando el objetivo es lo artístico/musical.


  Todavía la década pasada vimos surgir manifestaciones musicales populares genuinas, y que al ser comprobado su potencial comercial, se capitalizaba, se empaquetaba y se vendía como cualquier producto, el cual era usado hasta que se desgastaba de una u otra forma; ahora estas “manifestaciones” son calculadas desde su concepción, o sea son planeadas desde el principio, la investigación de mercado ha reemplazado a la investigación de sujeto (humana) para conocer sus necesidades y sus gustos. Es escalofriante ver que la “cultura corporativa” es lo suficientemente  lista para tratar y llegar más allá de las llamadas “líneas de acción” que observa al mismo tiempo que crea, pero que a la vez es sencillo de explicar: el mundo corporativo está conforme con una audencia cautiva en la cual pueda invertir con la garantía de que obtendrá más que el dinero que invirtió; eliminando las consideraciones artísticas, filosóficas, éticas y emocionales de la manera en que opera, la máquina corporativa ha logrado un sistema que se alimenta a sí mismo y no busca más, donde la comercialización es el propio acto de comercializar (vender música que anuncia ropa, que anuncia bebidas, que anuncia películas, que anuncia música,etc).
Aunque las perspectivas sean funestas en la actualidad, hay opciones más que soluciones al problema; el factor humano es el que en realidad nos puede dar visos de poder enfrentar una situación donde la maquinaria corporativa tiene el control completo del ciclo, desde la producción hasta el consumo, que a veces parece ser más veloz que los propios acontecimientos y que  puede producir un estancamiento y

un verdadero colapso de la cultura.     

  El libre albedrío es a lo que aún no se ha podido poner control, aún existen verdaderas manifestaciones artísticas que nos mueven de manera inexplicable, existen verdaderos artistas que pueden tocar a la audiencia con un sin fin de emociones compartidas, y lo más importante, existen personas que están dispuestas a tomarse la molestia de hacer lo necesario para alcazar y experimentar el arte en alguna de sus formas. La voluntad de cada quién es lo que hace la diferencia; la  voluntad de no irse por el camino fácil, elegir lo que uno quiera oír y hacer, el trabajo de ir por lo que se quiere, alcanzarlo y el esfuerzo de compartir esa sensación con alguien más, lograr que la experiencia sea compartida. Eso es lo que puede hacer la diferencia

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