Ponencia: Leída durante el seminario Pensamiento Crítico
Frente a la hidra Capitalista
Por: John Holloway
Pensamiento crítico: pensamiento que busca la esperanza en
un mundo donde parece que ya no existe. Pensamiento crítico: pensamiento que
abre lo cerrado, que sacude lo fijo. El pensamiento crítico es el intento de
entender la tormenta y algo más. Es entender que en el centro de la tormenta
hay algo que nos da esperanza.
La tormenta viene, o más bien ya está aquí. Ya está aquí y
es muy probable que se vaya intensificando. Tenemos un nombre para esta
tormenta que ya está aquí: Ayotzinapa. Ayotzinapa como horror, y también como
símbolo de tantos otros horrores. Ayotzinapa como expresión concentrada de la
cuarta guerra mundial.
¿De dónde viene la tormenta? No de los políticos –son
ejecutores de la tormenta nada más. No del imperialismo, no es producto de los
Estados, ni de los Estados más poderosos. La tormenta surge de la forma en la
cual la sociedad está organizada. Es expresión de la desesperación, de la
fragilidad, de la debilidad de una forma de organización social que ya pasó su
fecha de caducidad, es expresión de la crisis del capital.
El capital es de por sí una agresión constante. Es una
agresión que nos dice todos los días “tienes que moldear lo que haces de cierta
forma, la única actividad que tiene validez en esta sociedad es la actividad
que aporta a la expansión de la ganancia del capital”.
La agresión que es el capital tiene una dinámica. Para
sobrevivir tiene que subordinar nuestra actividad cada día más intensamente a
la lógica de la ganancia: “hoy tienes que trabajar más rápidamente que ayer,
hoy tienes que agacharte más que ayer”.
Con eso ya podemos ver la debilidad del capital. Depende de
nosotros, de que queramos y podamos aceptar lo que nos impone. Si decimos
“perdón, pero hoy voy a cultivar mi milpa”, u “hoy voy a jugar con mis hijos”,
u “hoy me voy a dedicar a algo que tenga sentido para mí”, o simplemente “no,
nos vamos a agachar”, entonces el capital no puede sacar la ganancia que
requiere, la tasa de ganancia cae, el capital está en crisis. En otras
palabras, nosotros somos la crisis del capital, nuestra falta de subordinación,
nuestra dignidad, nuestra humanidad. Nosotros somos la crisis del capital y
orgullosos de serlo, estamos orgullosos de ser la crisis del sistema que nos
está matando.
El capital se desespera en esta situación. Busca todos los
métodos posibles para imponer la subordinación que requiere: el autoritarismo,
la violencia, la reforma laboral, la reforma educativa. También introduce un
juego, una ficción: si no podemos sacar la ganancia que requerimos, vamos a
fingir que existe, vamos a crear una representación monetaria para un valor que
no se ha producido, vamos a expandir la deuda para sobrevivir y tratar de
usarla al mismo tiempo para imponer la disciplina que se requiere. Pero esta
ficción aumenta la inestabilidad del capital y además no logra imponer la
disciplina necesaria. Los peligros para el capital de esta expansión ficticia se
vuelven claros con el colapso de 2008, y con eso se hace más evidente que la
única salida para el capital es a través del autoritarismo: toda la negociación
alrededor de la deuda griega nos dice que no hay posibilidad de un capitalismo
más suave, el único camino para el capital es el camino de la austeridad, de la
violencia. La tormenta que ya está, la tormenta que viene.
Nosotros somos la crisis del capital, nosotros que decimos
¡No!, nosotros que decimos ¡Ya basta del capitalismo!, nosotros que decimos que
es tiempo de dejar de crear el capital, que hay que crear otra forma de vivir.
El capital depende de nosotros, porque si nosotros no
creamos ganancia (plusvalor) directa o indirectamente, entonces el capital no
puede existir. Nosotros creamos el capital, y si el capital está en crisis, es
porque no estamos creando la ganancia necesaria para la existencia del capital,
por eso nos están atacando con tanta violencia.
En esta situación, realmente tenemos dos opciones de lucha.
Podemos decir: “sí, de acuerdo, vamos a seguir produciendo el capital,
promoviendo la acumulación de capital, pero queremos mejores condiciones de
vida”. Esta es la opción de los gobiernos y partidos de izquierda: de Syriza,
de Podemos, de los gobiernos en Venezuela y Bolivia. El problema es que, aunque
sí pueden mejorar las condiciones de vida en algunos aspectos, por la
desesperación misma del capital existe muy poca posibilidad de un capitalismo
más humano.
La otra posibilidad es decir “Chao, capital, ya vete, vamos
a crear otras maneras de vivir, otras maneras de relacionarnos, entre nosotros
y también con las formas no humanas de vida, maneras de vivir que no están
determinadas por el dinero y la búsqueda de la ganancia, sino por nuestras
propias decisiones colectivas”.
Aquí en este seminario estamos en el mero centro de esta
segunda opción. Este es el punto de encuentro entre zapatistas y kurdos y miles
de movimientos más que rechazamos el capitalismo, tratando de construir algo
diferente. Todas y todos estamos diciendo “Ya, capital, ya pasó tu tiempo, ya
vete, ya estamos construyendo otra cosa”. Lo expresamos de muchas maneras
diferentes: estamos creando grietas en el muro del capital y tratando de promover
su confluencia, estamos construyendo lo común, estamos comunizando, somos el
movimiento del hacer contra el trabajo, somos el movimiento del valor de uso
contra el valor, somos el movimiento de la dignidad contra un mundo basado en
la humillación. Estamos creando aquí y ahora un mundo de muchos mundos.
Pero ¿tenemos la fuerza suficiente? ¿Tenemos la fuerza
suficiente para decir que no nos interesa la inversión capitalista, que no nos
interesa el empleo capitalista? ¿Tenemos la fuerza para rechazar totalmente
nuestra dependencia actual del capital para sobrevivir? ¿Tenemos la fuerza para
decir un “adiós” final al capital?
Posiblemente no la tenemos, todavía. Muchos de nosotros que
estamos aquí tenemos nuestros sueldos o nuestras becas que vienen de la acumulación
del capital o, si no, vamos a regresar la semana próxima a buscar empleo
capitalista. Nuestro rechazo al capital es un rechazo esquizofrénico: queremos
decirle un adiós tajante y no podemos o nos cuesta mucho trabajo. No existe
pureza en esta lucha. La lucha para dejar de crear el capital es también una
lucha contra nuestra dependencia del capital. Es decir, es una lucha para
emancipar nuestras capacidades creativas, nuestra fuerza para producir,
nuestras fuerzas productivas.
En eso estamos, por eso venimos acá. Es cuestión de
organizarnos, claro, pero no de crear una Organización, sino de organizarnos de
múltiples maneras para vivir desde ahora los mundos que queremos crear.
¿Cómo avanzamos, cómo caminamos? Preguntando, por supuesto,
preguntando y abrazándonos y organizándonos.