jueves, 30 de enero de 2014

Ya no entendi... ¿Amor o desamor? nada de eso ! MISOGINIA¡

Miss oginia


     Misoginia  ni amor, ni desamor       
                                                           Por : Ramón Ortiz M.

Por el derecho a ser feliz   Foto: Ramòn Ortiz M.

Las salas de espera son un universo de gente nerviosa con prisa y estrés que espesa el ambiente, personas con manos sudorosas producto de la cruda de sueño, del sueño que quitaron los problemas que hoy nos reúnen por aquí, por eso las salas de espera a mi nunca me han gustado y cuando he tenido la necesidad de estar en alguna tiendo a salirme y ubicarme  cerca de la puerta desde donde puedo distraer la mente de mis propios problemas observando a la gente que entra y sale  _mala técnica la mía_ por que basta solo ver la cara de los que por desgracia o por trabajo están por aquí, es imposible no deprimirse .

Yo, impaciente como todos  espero por una amiga que tiene que lidiar con el pequeño problema de haberse enamorado de la persona equivocada  _ya ven esas cosas que las féminas no pueden evitar cuando el mostrito en cuestión usa su lado mas dulce después de seguramente inspirarse con la película del shuek, total que cuando a aquel se le acabo el guion argumental pues saco a relucir el cobre y empezaron primero los insultos luego los empujones y ya entrados en confiancitas los madrazos.
Pues sigo afuera esperando que le revisen los moretones del cuerpo que apenada tendrá que mostrar para que le crean el relato que hoy ya ha tenido que repetir varias veces limpiando en angustiosas pausas sus lagrimas, el relato incluye _maravillas de la era digital_ fotos a todo color de destrozos que el imputado ya emputado produjo en el interior de la casa de ella, y en la sección de mensajes un bonito y novedoso catalogo de amenazas que amedrentarían al mismísimo violador de la pantitlan o al narco mas jijodelachingada, mensajes telefónicos que como ataque sicológico usa el enamorado para demostrar cuanto la quiere.
Mientras en la entrada el tiempo es eterno las horas transcurren lentas y me distraigo observando y tratando de imaginar a que vienen los demás. Algunos casos son fáciles un joven casco en mano, moto desmadrada y parche de curación en la cara  _obvio putazo de velocidad desmedida y daños en vía publica _ 
 Joven tatuado que viste ropa holgada y tenis de esos que les dicen de marca, un poli lo escolta y le lleva agarrado del pantalón   _ Fácil posesión de mariguana, basta olerlo. Que delito tan estúpido y tan mal intencionado_ en fin  grupitos de personas que comentan con abogados de bonitos trajes y de lenguaje engorroso explicando sobre asuntos legales que los traen por aquí, secretarias que hacen dudar o mas bien que se afanan en hacer creer que esta procu una vez que cierra se convierte en un tugurio de mala muerte, atrevidamente vestidos sus exuberantes encantos los pasean por lo pasillos, cubiertas de peróxido y muestran orgullosas las maravillas del bisturí y la lipo.  Parvadas de abogados que rondan y de cuando en cuando grupos de agentes policiacos con cara de agentes policiacos que acompañan a gente que quien sabe donde se golpeo tan feo.
Pero sin duda esta tarde el record de mujeres maltratadas que vienen a dejar constancia empujadas por su circunstancia personal y por un hartazgo que les causo el miedo a morir a manos del amor de su vida, salen cabizbajas con la mirada perdida y apretando contra su pecho un papel que en teoría debería ampararlas y que contiene una palabra que, o acaban de escuchar o que han vivido en carne propia y la han aprendido al calor de los madrazos  MISOGINIA.