martes, 29 de abril de 2014

Pieza:6,7 La megapolitica y los enanos. Las bolsas de resistencia

Pieza 6:
La Megapolítica y los enanos.
La figura 6 se construye dibujando un garabato.
Antes dijimos que los Estados Nacionales son atacados por los centros financieros y "obligados" a disolverse dentro de las megápolis. Pero el neoliberalismo no sólo opera su guerra "uniendo" naciones y regiones. Su estrategia de DESTRUCCIÓN / DESPOBLAMIENTO y RECONSTRUCCIÓN / REORDENAMIENTO produce una o varias fracturas en los Estados Nacionales.
Esta es la paradoja de la IV Guerra Mundial: hecha para eliminar fronteras y "unir" naciones, lo que va dejando tras de sí es una multiplicación de las fronteras y una pulverización de las naciones que perecen en sus garras. Más allá de los pretextos, ideologías o banderas, la actual dinámica MUNDIAL de quiebre de la unidad de los Estados Nacionales responde a una política, igualmente mundial, que sabe que puede ejercer mejor su poder, y crear las condiciones óptimas para su reproducción, sobre las ruinas de los Estados Nacionales.
Si alguien tuviera alguna duda sobre este caracterizar al proceso de globalización como una guerra mundial, debería desecharla al hacer cuentas de los conflictos que provocaron y han sido provocados por los colapsos de algunos Estados Nacionales. Checoslovaquia, Yugoslavia, la URSS, son muestras de la profundidad de estas crisis que dejan hechos añicos no sólo los fundamentos políticos y económicos de los Estados Nacionales, también las estructuras sociales. Slovenia, Croacia y Bosnia, además de la presente guerra dentro de la federación Rusa con Chechenia de escenario, no marcan sólo el destino de la trágica caída del campo socialista en los fatídicos brazos del "mundo libre", en todo el mundo este proceso de fragmentación nacional se repite en escala e intensidad variables. Hay tendencias separatistas en el Estado Español (País Vasco, Cataluña y Galicia), en Italia (Padua), en Bélgica (Flandes), en Francia (Córcega), en el Reino Unido (Escocia y el País de Gales), y en Canadá (Québec). Y hay más ejemplos en el resto del mundo.
Ya nos referimos al proceso de construcción de las megápolis, ahora hablamos de la fragmentación de países. Ambos procesos se dan sobre la destrucción de los Estados Nacionales. ¿Se trata de dos procesos paralelos, independientes? ¿Dos facetas del proceso de globalización? ¿Son síntomas de una megacrisis aún por estallar? ¿Meros hechos aislados?
Pensamos que se trata de una contradicción inherente al proceso de globalización, una de las esencias del modelo neoliberal. La eliminación de fronteras comerciales, la universalidad de las telecomunicaciones, las superautopistas de la informática, la omnipresencia de los centros financieros, los acuerdos internacionales de unidad económica, en fin, el proceso de globalización en su conjunto produce, al liquidar los Estados Nacionales, una pulverización de los mercados internos. Éstos no desaparecen o se diluyen en los mercados internacionales, sino que consolidan su fragmentación y se multiplican.
Sonará contradictorio, pero la globalización produce un mundo fragmentado, lleno de pedazos aislados unos de otros (y no pocas veces enfrentados entre sí). Un mundo lleno de compartimentos estancos, comunicados apenas por frágiles puentes económicos (en todo caso tan constantes como la veleta de viento que es el capital financiero). Un mundo de espejos rotos reflejando la inútil unidad mundial del rompecabezas neoliberal.
Pero el neoliberalismo no sólo fragmenta el mundo que supone unir, también produce el centro político-económico que dirige esta guerra. Y si, como señalamos antes, los centros financieros imponen su ley (la del mercado) a naciones y a grupos de naciones, entonces deberíamos redefinir los límites y alcances de la política, es decir, del quehacer político. Conviene entonces hablar de la megapolítica, en ésta sería donde se decidiría el "orden mundial".
Y cuando decimos "megapolítica" no nos referimos al número de quienes en ella se mueven. Son pocos, muy pocos, los que se encuentran en esta "megaesfera". La megapolítica globaliza las políticas nacionales, es decir, las sujeta a una dirección que tiene intereses mundiales (que por lo regular son contradictorios a los intereses nacionales) y cuya lógica es la del mercado, es decir, la de la ganancia económica.
Con este criterio economicista (y criminal) se decide sobre guerras, créditos, compra y venta de mercancías, reconocimientos diplomáticos, bloqueos comerciales, apoyos políticos, leyes de migración, golpes de Estado, represiones, elecciones, unidades políticas internacionales, rupturas políticas intranacionales, inversiones, es decir, la supervivencia de naciones enteras.
El poder mundial de los centros financieros es tan grande, que pueden prescindir de la preocupación por el signo político de quien detente el poder en una nación, si es que se garantiza que el programa económico (es decir, la parte que corresponde al megaprograma económico mundial) no se altere. Las disciplinas financieras se imponen a los distintos colores del espectro político mundial en cuanto se llega al gobierno de una nación.
El gran poder mundial puede tolerar un gobierno de izquierda en cualquier parte del mundo, siempre y cuando ese gobierno no tome medidas que vayan en contra de las disposiciones de los centros financieros mundiales. Pero de ninguna manera tolerará que una alternativa de organización económica, política y social se consolide. Para la megapolítica, las políticas nacionales son hechas por enanos que deben plegarse a los dictados del gigante financiero. Así será, hasta que los enanos se rebelen...
Aquí tiene usted la figura que representa la "megapolítica". Comprenderá usted que es inútil tratar de encontrarle una racionalidad y que, desenredando la madeja, nada quedará claro.


Pieza 7:
Las bolsas de resistencia.
La figura 7 se construye dibujando una bolsa.

"Para empezar, te ruego no confundir la Resistencia con la oposición política. La oposición no se opone al poder sino a un gobierno, y su forma lograda y completa es la de un partido de oposición; mientras que la resistencia, por definición (ahora sí), no puede ser un partido: no está hecha para gobernar a su vez, sino para... resistir."
Tomás Segovia. "Alegatorio". México, 1996.
La aparente infalibilidad de la globalización choca con la terca desobediencia de la realidad. Al mismo tiempo que el neoliberalismo lleva adelante su guerra mundial, en todo el planeta se van formando grupos de inconformes, núcleos de rebeldes. El imperio de las bolsas financieras enfrenta la rebeldía de las bolsas de resistencia.
Sí, bolsas. De todos los tamaños, de diferentes colores, de las formas más variadas. Su única semejanza es su resistirse al "nuevo orden mundial" y al crimen contra la humanidad que conlleva la guerra neoliberal.
Al tratar de imponer su modelo económico, político, social y cultural, el neoliberalismo pretende subyugar a millones de seres, y deshacerse de todos aquellos que no tienen lugar en su nuevo reparto del mundo. Pero resulta que estos "prescindibles" se rebelan y resisten contra el poder que quiere eliminarlos. Mujeres, niños, ancianos, jóvenes, indígenas, ecologistas, homosexuales, lesbianas, seropositivos, trabajadores y todos aquellos y aquellas que no sólo "sobran", sino que también "molestan" al orden y el progreso mundiales, se rebelan, se organizan y luchan. Sabiéndose iguales y diferentes, los excluidos de la "modernidad" empiezan a tejer las resistencias en contra del proceso de destrucción / despoblamiento y reconstrucción / reordenamiento que lleva adelante, como guerra mundial, el neoliberalismo.
En México, por poner un ejemplo, el llamado "Programa de desarrollo integral del Istmo de Tehuantepec" pretende construir un moderno centro internacional de distribución y ensamble de mercancías. La zona de desarrollo abarca un complejo industrial en el que se refina la tercera parte del crudo mexicano y se elabora el 88% de los productos petroquímicos. Las vías de tránsito interoceánico consistirán en carreteras, una ruta fluvial aprovechando el tendido natural de la zona (río Coatzacoalcos) y, como eje articulador, la línea del ferrocarril transístmico (a cargo de 5 empresas, 4 de EU y 1 de Canadá). El proyecto sería zona ensambladora bajo el régimen de maquiladoras. Dos millones de pobladores del lugar pasarían a ser estibadores, controladores de paso o maquiladores. (Ana Esther Ceceña. "El Istmo de Tehuantepec: frontera de la soberanía nacional". "La Jornada del Campo" 28 de mayo 1997.) También en el sureste mexicano, en la selva Lacandona, se echa a andar el "Programa de Desarrollo Regional Sustentable para la Selva Lacandona". Su objetivo real es poner a disposición del capital las tierras indígenas que, además de ser ricas en dignidad e historia, también lo son en petróleo y uranio.
El resultado previsible de estos proyectos será, entre otros, la fragmentación de México (separando al sureste del resto del país). Además, y ya que de guerras hablamos, los proyectos tienen implicaciones contrainsurgentes. Forma parte de una pinza para liquidar la rebeldía antineoliberal que explotó en 1994. En medio quedan los indígenas rebeldes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
(Ya en el tema de indígenas rebeldes conviene un paréntesis: los zapatistas piensan que, en México (ojo: en México) la recuperación y defensa de la soberanía nacional es parte de una revolución antineoliberal. Paradójicamente, el EZLN es acusado de pretender la fragmentación de la nación mexicana. La realidad es que los únicos que han hablado de separatismo son los empresarios del estado de Tabasco (rico en petróleo) y los diputados federales chiapanecos que pertenecen al PRI. Los zapatistas piensan que es necesaria la defensa del Estado Nacional frente a la globalización, y que los intentos de partir a México en pedazos vienen del grupo gobernante y no de las justas demandas de autonomía para los pueblos indios. El EZLN, y lo mejor del movimiento indígena nacional, no quieren que los pueblos indios se separen de México, sino ser reconocidos como parte del país con sus especificidades. No sólo eso, quieren un México con democracia, libertad y justicia. Las paradojas siguen, porque mientras el EZLN lucha por la defensa de la soberanía nacional, el Ejército Federal Mexicano lucha contra esa defensa y defiende a un gobierno que ha destruido ya las bases materiales de la soberanía nacional y ha entregado el país, no sólo al gran capital extranjero, también al narcotráfico).
Pero no sólo en las montañas del sureste mexicano se resiste y se lucha contra el neoliberalismo. En otras partes de México, en la América Latina, en los Estados Unidos y el Canadá, en la Europa del Tratado de Masstrich, en el África, en el Asia, y en Oceanía, las bolsas de resistencia se multiplican. Cada una de ellas tiene su propia historia, sus diferencias, sus igualdades, sus demandas, sus luchas, sus logros. Si la humanidad tiene todavía esperanzas de supervivencia, de ser mejor, esas esperanzas están en las bolsas que forman los excluidos, los sobrantes, los desechables.
Éste es un modelo de bolsa de resistencia, pero no haga mucho caso de él. Hay tantos modelos como resistencias y como mundos hay en el mundo. Así que dibuje el modelo que más le guste. En esto de las bolsas, como en las resistencias, la diversidad es riqueza.
Hay, a no dudarlo, más piezas del rompecabezas neoliberal. Por ejemplo: los medios de comunicación, la cultura, la polución, las pandemias. Aquí sólo hemos querido mostrarle el trazo de 7 de ellas.
Estas 7 bastan para que usted, después de dibujarlas, colorearlas y recortarlas, se dé cuenta que es imposible armarlas juntas. Y éste es el problema del mundo que la globalización ha pretendido rearmar: las piezas no encajan.
Por esto, y por otras razones que no vienen al espacio de este texto, es necesario hacer un mundo nuevo. Un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos...
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, Junio de 1997.

P.D. QUE CUENTA SUEÑOS QUE EL AMOR ANIDA.- Reposa la mar a mi lado. Comparte desde hace tiempo angustias, incertidumbres y no pocos sueños, pero ahora duerme conmigo la caliente noche de la selva. Yo miro su trigo agitado en el sueño y me maravillo de nuevo al encontrarla a ella como es ley: tibia, fresca y a mi lado. La asfixia me saca del lecho y toma mi mano y la pluma para traer al Viejo Antonio hoy, como hace años...
He pedido al Viejo Antonio que me acompañe en una exploración río abajo. No llevamos más que un poco de pozol para comer. Durante horas seguimos el caprichoso cauce y el hambre y el calor aprietan. Toda la tarde la pasamos tras una piara de jabalíes. Casi anochece cuando le damos alcance, pero un enorme censo (puerco de monte) se desprende del grupo y nos ataca. Yo saco a relucir todos mis conocimientos militares, dejo tirada mi arma y me trepo al árbol más cercano. El Viejo Antonio queda inerme ante el ataque, pero en lugar de correr, se pone tras una maraña de bejucos. El gigantesco jabalí arremete de frente y con toda su fuerza, pero queda atrapado entre las lianas y las espinas. Antes de que pueda librarse, el Viejo Antonio levanta su vieja chimba y, de un tiro en la cabeza, resuelve la cena de ese día.
Ya en la madrugada, cuando he terminado de limpiar mi moderno fusil automático (un M-16, calibre 5.56 mm, con selector de cadencia y alcance efectivo de 460 metros, además de mira telescópica, bipie y cargador de "drum" con 90 tiros), escribo en mi diario de campaña y, omitiendo todo lo sucedido, sólo anoto: "Topamos puerco y A. mató una pieza. Altura 350 msnm. No llovió".
Mientras esperamos que se cueza la carne, le cuento al Viejo Antonio que la parte que me toca servirá para las fiestas que se preparan en el campamento. "¿Fiestas?", me pregunta mientras atiza el fuego. "Sí", le digo, "No importa el mes, siempre hay algo que celebrar.". Después sigo con lo que yo supuse era una brillante disertación sobre el calendario histórico y las celebraciones zapatistas. En silencio escucha el Viejo Antonio y, suponiendo que no le interesa, me acomodo para dormir.
Entre sueños miró al Viejo Antonio tomar mi cuaderno y escribir algo. En la mañana, repartimos la carne después del desayuno y cada uno toma su camino. Ya en nuestro campamento, reporto al mando y le muestro la bitácora para que sepa lo ocurrido. "Esta no es tu letra", me dice mientras me muestra la hoja del cuaderno. Ahí, al final de lo que yo anoté ese día, el Viejo Antonio había escrito con letras grandes:
"Si no puedes tener la razón y la fuerza, escoge siempre la razón y deja que el enemigo tenga la fuerza. En muchos combates puede la fuerza obtener la victoria, pero en la lucha toda sólo la razón vence. El poderoso nunca podrá sacar razón de su fuerza, pero nosotros siempre podremos obtener fuerza de la razón".
Y más abajo, con letra muy pequeña: "Felices fiestas".

Ni para qué decirlo, se me quitó el hambre. Las fiestas, como siempre, estuvieron bien alegres. "La del moño colorado" estaba todavía, felizmente, muy lejos del "hit parade" de los zapatistas...

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