martes, 6 de mayo de 2014

En el Congo

  En el Congo                      

  En el Congo, en Stanleyville  existe una vieja barraca en un callejón la construcción es más parecida a una estación de bomberos de una pequeña ciudad provinciana, Cada domingo se celebra aquí una ceremonia de Kimbanguistas.
  Al entrar a la oscuridad del local tenemos la impresión de que nos encontramos en las iglesias talladas en roca en Etiopia o en Piecherskaya lavra en Kiev, Moscú  por que en los viejos iconos de las antiguas iglesias ortodoxas los rostros divinos son oscuros, hasta se dice que negroides.
 En las pequeñas iglesias de los Kimbanguistas los rostros de las imágenes también son oscuros, negroides. Los Kimbanguistas creen que Jesús vino al mundo como un negro. Así les enseño el profeta Simeón Kimbangú.  Kimbangú nació a finales del siglo XIX en el seno de la tribu de los Bacongos, se cuenta que el 18 de marzo del año 1921 se sintió iluminado. Empezó a pregonar su fe en el Congo. Dijo que era un enviado de Dios para resucitar a los muertos, para multiplicar los alimentos y para salvar al mundo. Este mundo de selva y de sabana. Que Dios no era blanco sino negro. Los blancos lo habían robado y por eso les espera la condenación eterna y las torturas infinitas. Esta enseñanza tuvo una gran fuerza revolucionaria. Kimbangú dijo: “No obedezcan a las autoridades, obedezcan a Dios.”  Kimbangú hablaba en el idioma de la Biblia, por que solo conocía este lenguaje, y toda su política se condensa en una salsa condimentada por una fraseología exaltada y mesiánica.
 El profeta Simeón tuvo su iglesia en la jungla. La fecha de su apertura llevo consigo una vasija con tinta de color negro. En esta iglesia había imágenes piadosas                                      
  El profeta caminaba de una a otra pintando los rostros inmóviles de los santos, les cambiaba el color claro de sus frentes y el rosado de sus mejillas, les ponía los labios más gruesos y les rizaba el cabello. Por fin los santos se volvieron negros, semejantes a Simeón y a sus feligreses.
  Este fue el primer acto revolucionario en contra de la invasión belga en el Congo.  Volver a los santos a imagen y semejanza del profeta Simeón y sus seguidores y con ello el regresar a revalorizar su origen.

A finales de 1921 los Belgas que habían invadido el Congo lo arrestaron y lo condenaron a la pena de muerte, ante la resistencia de sus adeptos la sentencia le fue cambiada por la de cadena perpetua, aunque dio comienzo una persecución contra los Kimbanguistas. Pero conforme iba en aumento la represión, tanto más fuerte se volvía la resistencia y sus doctrinas pasaron a ser clandestinas.
  
    Tomado de un texto de Ryszard Kapuscinsky  incluido en el Libro “Las Botas”    

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